Alemania dividida por un escritor que llama tontos a inmigrantes

28/Mar/2011

Alemania dividida por un escritor que llama tontos a inmigrantes

Xenofobia. Afirma que los musulmanes son “el corazón de los problemas”
Berlín | EL PAÍS DE MADRID
Es posible hacerse rico y famoso en Europa por sostener que los musulmanes son “el corazón de todos los problemas” y que los inmigrantes de países pobres, con su alta fertilidad, amenazan con bajar el nivel medio de inteligencia de Alemania.
Esto es precisamente lo que ha ocurrido con Thilo Sarrazin, de 66 años, exdirectivo del Bundesbank y miembro del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), a causa de su libro “Alemania se destruye”, que se ha convertido en un caso editorial sin precedentes en su país.
En un primer momento, muchos periodistas e intelectuales alemanes liquidaron sus tesis por ser “delirantes” y lo archivaron como una provocación más. Pese a ello, el texto se ha convertido en el superventas del país y en el libro de ensayo en lengua alemana más exitoso de las últimas décadas. Seis meses después de su lanzamiento se han vendido 1.200.000 ejemplares y ha sido objeto de un debate sin precedentes.
Se trata de un denso escrito plagado de estadísticas, articulado en dos líneas tan simples como xenófobas: por un lado, designa a los inmigrantes turcos y musulmanes en general como “el corazón del problema” debido a su escasa integración y a su dependencia masiva de las ayudas sociales. Por otro, maneja teorías de “inteligencia genética” para sostener que la mayor fertilidad de las clases sociales bajas e incultas, en particular de inmigrantes musulmanes, rebajará el nivel medio de inteligencia del país. Alemania “se destruye” si no cambia urgentemente las políticas de inmigración, según Sarrazin.
Debido a la controversia, el autor se vio obligado a dimitir de su puesto de directivo en el Bundesbank, el banco central.
La decisión recibió el apoyo de la canciller Angela Merkel y del presidente de la República Federal, Christian Wulff, quienes consideraron “ofensivas e inaceptables” sus declaraciones acerca de que “los judíos y los vascos tienen determinados genes que los diferencian” del resto de la humanidad, palabras que recordaron a muchos las teorías nazis.
El escándalo se convirtió en la causa de que tanto el Bundesbank como el SPD iniciaran la toma de medidas contra él.
El Bundesbank consiguió quitarse el problema de encima, pero no logró lo mismo el Partido Socialdemócrata Alemán, formación a la que pertenece Sarrazin desde hace décadas. A iniciativa de uno de sus dirigentes, el partido intentó expulsarlo abriéndole dos expedientes; en el primero resultó absuelto de la acusación de racismo, mientras que el segundo aún sigue abierto.
Sarrazin ya era famoso por anteriores polémicas. Cuando fue senador y ministro de Finanzas de Berlín aconsejó a los que pedían aumentos del subsidio de desempleo que se pusieran un buzo más para ahorrar en calefacción.
Y previo a las celebraciones del 20º aniversario de la caída del Muro, en septiembre de 2009, declaró a la revista Lettre Internacional: “La integración requiere un esfuerzo por parte de quienes se tienen que integrar. Yo no respeto a quien no quiera hacer este esfuerzo. No tengo porqué reconocer a quienes viven de las ayudas públicas pero niegan la autoridad del Estado que las otorga, no educan a sus hijos y producen constantemente más niñas con velo. Esto vale para el 70% de la población turca y el 90% de la población árabe en Berlín”.
El hombre que ha incendiado a Alemania vive en Neue Westend, en Berlín Oeste. Se trata de un barrio de casas burguesas y ordenados jardines por donde pasean, lejos de los inmigrantes, mujeres enjoyadas acompañadas por perros recién salidos del peluquero. Abre la puerta él mismo, con pantalones deportivos, un buzo y un par de pantuflas a cuadros.
“Ahora soy muy conocido, viajo mucho, doy muchas conferencias, tengo muchas entrevistas. Es la vida de un escritor famoso”, relata, mientras se frota los ojos detrás de sus lentes.
Su tarea, que parece tomarse como una misión, consiste en explicar por qué Alemania y Europa en general se destruyen: “Alemania tiene desde hace 40 años una tasa de nacimiento de 1,4 niños por mujer; esto significa que la población alemana se hace más pequeña con cada generación; en España, aunque con años de retraso, también tienen el mismo problema con los nacimientos. Al mismo tiempo, la natalidad se distribuye en Alemania de manera irregular en los distintos niveles de educación. Esto significa que los estratos sociales menos instruidos obtienen un mayor promedio de nacimientos, y por esta razón el potencial de Alemania se anula aún más rápidamente que la población. En tercer lugar, el tipo de inmigración que tenemos no es el adecuado para resolver los problemas que nos afectan. Ahora sólo necesitamos trabajadores cualificados. Si la tasa de nacimientos de los inmigrantes incultos, procedentes de Turquía y África, sigue constantemente más alta, en unas pocas generaciones Alemania tendrá una mayoría de población turca, árabe, africana y musulmana”.
DEBATE. De los siete millones y medio de extranjeros que viven legalmente en Alemania, un país de 82 millones de habitantes, tres millones son de origen turco y 280.000 árabe.
Sarrazin fue criticado tanto por representantes de la comunidad musulmana como judía.
Otros, como el excanciller Helmut Schmidt, le reconocieron, sin embargo, haber roto un tabú. Además, Schmidt se dijo contrario a su exclusión del Partido Socialdemócrata.
A pesar de las condenas iniciales, la polémica causada por la idea de que “Alemania se destruye” ha producido algunos cambios sustanciales en el tono de la política alemana.
Pocos meses después de la publicación del libro, y en pleno debate acerca de estas tesis, la canciller Merkel dio por fracasado el multiculturalismo, tras haber defendido este modelo durante años.
“Nosotros como Unión estamos a favor de la cultura alemana como guía y en contra del multiculturalismo. El multiculturalismo ha muerto”, afirmó Merkel en octubre frente a los jóvenes de su partido, tras argumentar que es necesario exigir más a los inmigrantes.
Representantes musulmanes en Alemania, por otra parte, denuncian constantemente que se sienten víctimas de discriminación en una disputa que les parece absurda y descaradamente parcial. La polémica está servida y se encamina, con mucha claridad, hacia una creciente tensión social.

THILO SARRAZIN
“Nada que ver con el nazismo”
-¿Por qué define a determinados grupos de inmigrantes como “el corazón del problema”?
-La integración se puede medir a través de tres indicadores: el éxito de los jóvenes en el mercado laboral alemán, los resultados en el ámbito de la educación y la frecuencia con que los inmigrantes recurren a las ayudas estatales. Bajo estos indicadores, se observa que la integración de la inmigración procedente del Este de Europa y del Extremo Oriente no representa ningún problema. Esos inmigrantes tienen trabajo, se integran en el sistema y recurren menos a las ayudas sociales. Esos indicadores, analizados en el contexto de los inmigrantes de países musulmanes, ofrecen como resultado, por término medio, los datos contrarios.
-¿No debería uno tener cuidado con estos temas, sobre todo en Alemania a causa de su pasado nazi?
-Una cosa no tiene nada que ver con la otra. El psicólogo americano Martín P. Seligman escribió en su libro “Aquello que puedes cambiar y aquello que no” que las importantes investigaciones de los nazis en materia de genética fueron injustamente desacreditadas, debido sólo a los horrores perpetrados por el régimen. La pregunta del pasado nazi no tiene nada que ver con los hechos de hoy.
-Cuando se mira a Alemania, no parece que la situación sea tan dramática como plantea…
-La gente que tomaba copas en el bar del Titanic tampoco se daba cuenta de nada (…) pero estaban condenados a muerte. Lo que observamos hoy no dice nada, porque falta perspectiva. Yo quería analizar estos temas y ver cómo evolucionaba la discusión.